Anni Albers llegó al tejido por casualidad. Nacida en Berlín en 1899, aplicó dos veces a la Bauhaus, inicialmente con la esperanza de estudiar pintura y dibujo. Sin embargo, en esa época, se "alentaba" a las estudiantes mujeres a dedicarse al tejido, actividad que se realizaba en lo que se conocía como el "taller de mujeres". Albers ingresó a este taller en 1922 y, según Coxon, rápidamente se enamoró del método, el proceso y el mecanismo del tejido, dedicando el resto de su vida a explorar precisamente eso.
Dedicó casi 70 años a una investigación visual constante que trascendió los límites tradicionales de la artesanía. Inspirada por la riqueza de las culturas precolombinas y los avances de la industria moderna, su trabajo evolucionó hacia una visión innovadora del diseño textil. A partir de los años 60, Albers dominó diversas técnicas de impresión que le permitieron transformar su práctica. En la década siguiente, aplicó estas técnicas directamente a los tejidos, rompiendo con la noción clásica de la artesanía para dar lugar a variaciones infinitas y dinámicas en sus obras. Su enfoque revolucionario consolidó su legado como una figura clave en el arte y diseño del siglo XX.
En la Bauhaus, Anni Albers desempeñó un papel fundamental en la consolidación del taller textil como espacio de experimentación artística y técnica. Trabajó como asistente de la reconocida profesora Gunta Stölzl, la primera mujer en liderar un taller en la Bauhaus, y asumió en varias ocasiones, entre 1929 y 1931, la dirección en funciones de este taller. Durante este periodo, Albers destacó por su capacidad de combinar las enseñanzas modernistas con una visión profundamente innovadora del diseño textil, explorando materiales, patrones y técnicas que trascendieron la noción convencional de la tela como mera artesanía.

- "Nudo", ANNI ALBERS, (1997)
Cuando la Bauhaus fue clausurada en 1933 bajo la presión del régimen nazi, Anni y su esposo, el artista Josef Albers, emigraron a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades creativas y académicas. Allí, ambos fueron contratados por el recién fundado Black Mountain College, una institución experimental en Carolina del Norte que se convertiría en un referente clave para la modernidad en el contexto norteamericano.
En el Black Mountain College, Anni Albers no solo continuó su práctica artística, sino que también influyó profundamente en una generación de estudiantes y artistas a través de su enseñanza. La libertad académica de la institución y su énfasis en la intersección de las disciplinas le permitieron expandir sus investigaciones textiles, experimentando con nuevas combinaciones de materiales y explorando las posibilidades del diseño como lenguaje universal. Su trabajo en este contexto consolidó su reputación internacional y demostró cómo los principios modernistas de la Bauhaus podían adaptarse y florecer en un entorno cultural completamente nuevo.
El legado de Anni Albers, tanto en su producción artística como en su influencia educativa, se erige como un puente entre las tradiciones europeas de la Bauhaus y el desarrollo del diseño moderno en Estados Unidos. Su contribución al Black Mountain College es una prueba de su inquebrantable compromiso con la innovación y su habilidad para trascender las limitaciones impuestas por el tiempo y el lugar, dejando una huella duradera en la historia del arte y el diseño.